domingo, 16 de octubre de 2011

El apego al planeta Tierra




Originalmente no somos de la tierra, es decir, nuestra esencia no es de un orden físico como el de la tierra, la energía que se mantiene encapsulada en nuestros cuerpos, no fue creada en estas dimensiones de baja modulación de frecuencia, pero aún así…nos apegamos a ella.
Si analizamos bien veremos que pasamos más tiempo interactuando más con el planeta y toda su significancia que inclusive con nuestros seres queridos, y de ahí puede venir también una de las razones del miedo a morir.
Nuestra conciencia tridimensional nos crea un vínculo psicológico y por supuesto espiritual con todo lo que nos rodea, desde que nacemos hasta que morimos estamos extrayendo sin descanso solo información de lo que pisamos, el suelo, la tierra, el piso, haciendo que desde ese punto de vista nuestra mente física solo se concentre en una realidad terrenal. Si naciéramos en una capsula espacial y nos pasáramos toda la vida flotando nuestra percepción sobre la realidad sería bastante distinta. Si pensamos detenidamente en la razón por la que estamos en este planeta entenderíamos que el apego a él no tiene fundamento aun cuando le tengamos todo el respeto a la naturaleza que nos rodea…, no es nuestra, ni somos parte original de ella, porque?
Venimos a la tierra como cuando vamos a la escuela, o a la universidad, a aprender, cumplimos con el horario y las evaluaciones, algunos somos remolones, y otros estudiosos, algunos creativos y otros se mueven al ritmo de la multitud, pero…la escuela no es nuestra, no es nosotros, no somos su estructura, solo es un medio para el aprendizaje, solo un medio.
En esta escuela que llamamos vida, nuestro lugar físico no es algo que usamos ciertas horas de nuestro día, por suerte o por desgracia es una herramienta que la usamos todo nuestro tiempo, es una escuela de internos… aun cuando dormimos interactuamos para bien o para mal con la tierra, porque toda su vibración nos nutre los cuerpos durante toda nuestra vida, todo el tiempo sin parar. Entonces generamos un vínculo simbiótico que genera en nuestra evaluación mental, una realidad relacionada con ella misma.
Inclusive hay muchos seres que le rinden culto a la tierra, Gaia, Pacha mama, etc, con ritos donde parecen hacer entender que la tierra es la madre y el sol el padre  y así muchas más teorías al respecto. Es como si un grupo de alumnos de una escuela hicieran ritos durante ciertas fechas honrando el edificio y todas sus propiedades, cuando en realidad para lo único que sirve la escuela es para que ahí dentro se dicte la educación.
No quiero decir con esto que tenemos que dejar que la escuela se venga abajo, o destruirla, o no prestarle atención, eso es obvio, lo que quiero figurar es que mantenemos la escuela, pero el verdadero culto está en lo que vamos a aprender, la información no tiene forma física, y no apega al instruido, llegará el momento en que ya seremos demasiado viejos para seguir yendo a la escuela y si queremos seguir mamando de ella, pues tendremos que ser maestros.
Muchos alumnos desistimos de la escuela antes de terminar la instrucción, muchos llegamos al final, muchos volvemos como maestros a instruir a otros más nuevos, y así, exactamente comparado con la educación mundana es nuestra venida a este sitio.
Pero si le rendimos culto al sitio lo mas probable es que terminemos apegados a él como así sucede, desde ya que cualquier clase de apego ata a las psiquis a un embrollo de infacultades en contra de toda  evolución,  y particularmente el apego a la tierra es el más grande que tenemos y lo que nos impide entender básicamente que no solo venimos a la vida a copular, a alimentarnos, llenarnos de poder material y tener éxito en lo terrenal.
El apego a la tierra no deja de ser un culto pagano tal o cualquiera de los que ya conocemos, si realmente buscamos felicidad, el origen no está en lo que nos rodea, sino en lo que nos integra con nuestro yo superior, la verdad está dentro de uno, cada quien sabe cómo desapegarse de lo que dibuja velos en nuestra conciencia y no nos permite encontrar la felicidad…

Namasté

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